
Cómo lo cuenta: Rodada de forma funcional pero efectiva, Stuart Gordon prefiere otorgar el protagonismo al argumento y los actores, poniendo la puesta en escena a su servicio.
Lo mejor: Sus profundas resonancias morales.
Lo peor: El final almibarado.
Momentazo: La víctima del accidente defendiéndose de su agresora, que prefiere verle muerto que ayudarle y tener que asumir las consecuencias de sus actos.
En una palabra: Convincente
Valoración: 8 /10 ****
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