29.9.10

Sitges 2009: Canino

¿Cómo sería un remake de ‘El bosque’ dirigido por Haneke y ayudado en las escenas de sexo por su compatriota Ulrich Seidl? Pues algo muy parecido a ‘Canino’, la última sensación festivalera llegada de un país, Grecia, donde pensábamos que el único que hacía cine era Theo Angelopoulos. ¿Qué tiene ‘Canino’ que a todos sorprende/perturba? Primero, lo más obvio, una carga de sexo bizarro, sórdido, gélido e incestuoso. Segundo, unos estallidos de violencia tan seca que duelen, tan inesperados que acabas protegiéndote de forma involuntaria como si te estuvieran golpeando a ti. Tercero, una trama (que no voy a desvelar) tan desconcertante como sugerente, tan abstracta que sus significados explotan dentro de cada espectador hacia múltiples caminos, siendo el mejor asfaltado el de la fábula que expone los mecanismos y las consecuencias de los totalitarismos.

Cuarto. Un esquinado sentido del humor, entre lo absurdo (lynchiano) y lo surrealista (buñueliano), que recorre toda la película y supone la mayor diferencia con respecto a sus modelos austriacos, incapaces de proporcionar al espectador algo parecido a una sonrisita. Quinto. Una puesta en escena deslumbrante, por lo soleado de la fotografía y por su fuerza metafórica al enfrentarla al drama que se desarrolla bajo tanta intensidad lumínica. Un desfile de planos fijos, largos e inertes, que sólo se desestabilizan cuando el orden empieza a resquebrajarse, a romperse como los caninos de su protagonista. Y sexto. Un atracón de excentricidad que, a ratos, puede resultar bastante indigesto. Si sumamos todo obtenemos un resultado: la propuesta más marciana, sugestiva y estimulante de la temporada.

Lo mejor: Su (deslumbrante) puesta en escena

Lo peor: Se pasa de excéntrica.

La secuencia: La rotura del canino frente al espejo.

En una palabra: Marciana

Valoración: 7 /10 ***

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21.9.10

Sitges 2009: Hierro

Hierro es el clásico ejemplo de película cuyo argumento no está a la altura de la (excelente) factura técnica y el (sugerente) envoltorio visual. La historia de una madre que pierde a su hijo y no para de buscarlo hasta llegar a la (obligada) pirueta narrativa final es demasiado inconsistente y previsible como para mantener por si misma la atención del espectador. Sólo el talento del director para la creación de atmósferas y su uso del paisaje como apoyo y metáfora visual logran elevar la película más allá del típico y efectista thriller patrio.

Lo mejor: Su (sugestiva) atmósfera

Lo peor: Lo débil de la excusa narrativa.

La secuencia: Elena Anaya subiendo una montaña volcánica como si de Ingrid Bergman en Stromboli se tratara.

En una palabra: Atmosférica.

Valoración: 6 /10 ***

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