
Cómo lo cuenta: El punto “fuerte” del cine Mojica Marins siempre ha sido su delirante y fascinante imaginería visual. Y aquí vuelve a ser lo más destacado. Un muy bizarre arsenal iconográfico, tan grotesco como sugestivo, lleno de sadismo sexual, irreverencia atea y alucinado expresionismo. Eso sí, todo servido por medio de una atropellada narración y la habitual (sobre)actuación cargante de Marins.
Lo mejor: Su iconografía sadiana.
Lo peor: Todo lo demás.
Momentazo: El (psicotrópico) viaje al purgatorio y la (bizarra) liberación de una chica de dentro del vientre de un cerdo.
En una palabra: Alucinada
Valoración: 4 /10 ***
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